Guanajuato, una ciudad que se recorre con los ojos… y se guarda en el alma
Hay ciudades que se visitan, y otras que se sienten. Guanajuato pertenece sin duda a este segundo grupo. Perderse por sus callejones serpenteantes, descubrir plazas que aparecen como por sorpresa, mirar hacia arriba y encontrarse con balcones floridos y fachadas que aún guardan el color del virreinato… Guanajuato no es solo una ciudad para ver, es una ciudad para vivir con todos los sentidos.
Llegar a ella es como entrar en una novela escrita a lo largo de siglos, donde la historia, el arte, la arquitectura y las leyendas conviven entre túneles subterráneos, teatros majestuosos, museos que conservan el pulso de sus personajes y una vida callejera vibrante que no descansa nunca.
Desde el primer momento, entendimos por qué esta ciudad ha sido fuente de inspiración para artistas, escritores y viajeros de todo el mundo. Cada rincón cuenta algo, cada calle lleva un nombre que parece poético y cada mirador ofrece una nueva perspectiva para entender su magia. Pero también hay otra Guanajuato: la de los cafés escondidos, los mercados auténticos, la gastronomía que reconforta, y las conversaciones con locales que siempre tienen una historia que contar.
Este artículo es nuestro homenaje a esa ciudad que nos cautivó desde el primer paso. Aquí compartimos los lugares que más nos emocionaron, las experiencias que recomendamos vivir y todos los detalles para ayudarte a organizar tu propio viaje a una de las ciudades más hermosas de México. Y si quieres combinar el viaje , como hicimos nosotros, para descubrir más lugares del Estado de Guanajuato que te enamorarán, no te pierdas los artículos de Mineral de Pozos, el Pueblo Mágico donde se detuvo el tiempo y Dolores Hidalgo, el Pueblo Mágico cuna de la independencia nacional de México.
1. LA CIUDAD DE LAS RANAS:
¿Por qué a Guanajuato se le conoce como la Ciudad de las Ranas?
Puede que te sorprenda, pero Guanajuato no solo es famosa por sus callejones empedrados, su historia minera o sus leyendas de amor eterno… también es conocida como la Ciudad de las Ranas. Y no, no es que vayas a encontrarte a estos anfibios saltando por las plazas, pero su apodo tiene raíces muy antiguas y llenas de simbolismo.
El origen del nombre viene del purépecha, la lengua del pueblo tarasco que habitaba la región antes de la llegada de los españoles. En este idioma, Quanaxhuato significa “lugar montuoso de ranas” o “lugar donde abundan las ranas”. ¿La razón? Algunos de los cerros que rodean la ciudad tienen formas que, con un poco de imaginación, recuerdan a ranas gigantes descansando entre las montañas.
Sin embargo, hay quienes matizan esta versión. Algunos historiadores apuntan que los tarascos no eligieron este territorio por la abundancia de ranas, sino por la presencia de ciertas formaciones rocosas que consideraban sagradas. Estas piedras eran vistas como señales divinas, lo que habría motivado su asentamiento en la zona.
Aun así, la relación entre Guanajuato y las ranas ha quedado tan arraigada que forma parte de su identidad. Es común ver figuras de ranas en esculturas, souvenirs, murales y detalles decorativos por toda la ciudad. Son un símbolo curioso, simpático y profundamente ligado a su historia prehispánica.
Así que ya lo sabes: si durante tu paseo por Guanajuato te cruzas con una rana de piedra o cerámica, no es casualidad. Es un guiño al pasado, a la lengua purépecha y a esa mezcla de mitología, geografía y cultura que hace tan especial a esta ciudad.
2. DONDE ESTÁ GUANAJUATO?
Ubicado en el centro-norte del país, Guanajuato es uno de esos destinos que lo tiene todo: historia, cultura, tradición, arquitectura, gastronomía y una energía única que lo hace inolvidable. Con 46 municipios y un territorio que colinda con Zacatecas y San Luis Potosí al norte, Michoacán al sur, Querétaro al este y Jalisco al oeste, este estado concentra buena parte del alma de México.
Entre sus tesoros, destacan seis Pueblos Mágicos llenos de encanto: Comonfort, Dolores Hidalgo, Jalpa de Cánovas, Mineral de Pozos, Salvatierra y Yuriria. Cada uno con identidad propia, conservan ese sabor auténtico que invita a detenerse, explorar con calma y dejarse sorprender.
Además, Guanajuato presume con orgullo de dos sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: la ciudad de Guanajuato y sus minas adyacentes (1988), y la Villa de San Miguel el Grande —hoy San Miguel de Allende— junto con el Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco (2008), una auténtica joya del arte religioso virreinal.
En nuestra ruta por el estado, nos centramos en cuatro lugares que condensan parte de esa riqueza: Mineral de Pozos, un pueblo mágico con alma minera y fantasmal; Dolores Hidalgo, cuna de la independencia nacional; San Miguel de Allende, una de las ciudades coloniales más bellas de América; y Guanajuato capital, donde la historia se entrelaza con el arte, la vida universitaria y una geografía única.
En este artículo te contaremos nuestra visita a Guanajuato capital , con todos los lugares y experiencias que nos han hecho enamorarnos de este maravilloso lugar. Una opción estupenda para un primer contacto con la ciudad es hacer una visita guiada por Guanajuato en la que te mostrarán los puntos más destacados . Puedes reservarla aquí.
3. Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato:
En pleno corazón de la ciudad de Guanajuato, asomándose con orgullo a la Plaza de la Paz, se alza uno de los templos más emblemáticos del estado y de toda la región: la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato. Su fachada amarilla destaca entre las coloridas calles de la ciudad, atrayendo miradas curiosas y convirtiéndose en punto de encuentro para viajeros, fieles y locales. Pero más allá de su imponente belleza, esta iglesia encierra siglos de historia, fe y arte, que hoy siguen latiendo con fuerza.
Su construcción comenzó en el año 1671 y fue posible gracias al patrocinio de los mineros de la zona, en una época de gran auge económico para Guanajuato gracias a la explotación de sus yacimientos de plata. Durante 25 años se trabajó para levantar este santuario, que más tarde sería elevado al rango de basílica en 1957, y que hoy se considera uno de los edificios religiosos más importantes del país.
El corazón de este templo es, sin duda, la imagen de Nuestra Señora de Guanajuato, una escultura tallada en madera policromada de la Virgen con el Niño Jesús. Según cuenta la historia, esta imagen fue donada en 1557 por el rey Carlos I y su hijo Felipe II como gesto de agradecimiento al pueblo de Guanajuato por la riqueza minera enviada desde estas tierras a España. Procedente de Andalucía, la imagen tiene un pasado fascinante: durante siglos estuvo oculta durante la ocupación morisca, hasta ser redescubierta y enviada al Nuevo Mundo. Desde 1796 permanece en este templo, donde es considerada patrona y reina de la ciudad.




La arquitectura de la basílica combina elementos del barroco y el churrigueresco, con detalles que cautivan desde cualquier ángulo. Tiene tres puertas de acceso, todas ellas con fachadas en cantera rosa de gran riqueza ornamental. La torre campanario de tres cuerpos, el reloj y la cúpula central se integran armónicamente en un conjunto que transmite solemnidad y elegancia. La segunda torre, más pequeña pero de estilo churrigueresco del siglo XVIII, añade aún más carácter a este edificio que refleja el esplendor virreinal de la ciudad.
Entrar en la basílica es sumergirse en un mundo de arte sacro y devoción. Su interior, de planta de cruz latina, alberga un altar mayor dorado que es una auténtica joya visual, decorado con tallas de santos como San Ignacio de Loyola o San Nicolás Tolentino, patrono de los mineros. Uno de sus tesoros menos conocidos es el órgano de tubos, con más de mil tubos que aún hoy se escuchan durante misas solemnes y celebraciones especiales.
La Basílica no es solo un monumento estático: es un lugar vivo, lleno de significado para la comunidad. Cada 8 de agosto, la ciudad se llena de fiesta para conmemorar la llegada de la Virgen, en una celebración que mezcla lo religioso con lo festivo, atrayendo a visitantes de toda la región. Además, a lo largo del año, el templo es escenario de procesiones, actos litúrgicos y eventos culturales que mantienen viva la tradición.
El legado de esta basílica no habría sido posible sin el impulso de benefactores locales, especialmente de las familias mineras que financiaron su construcción. Entre ellos destaca Antonio de Obregón y Alcocer, dueño de la célebre mina La Valenciana, cuya aportación fue clave para convertir esta iglesia en una de las más majestuosas de todo el virreinato.
4. La plaza de La Paz:
Justo frente a la imponente Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato se abre una pequeña plaza con forma semi-triangular que, aunque discreta en tamaño, está cargada de simbolismo e historia. Se trata de la Plaza de la Paz, uno de los espacios más representativos del centro histórico de la ciudad, rodeada de elegantes edificios coloniales que en otro tiempo fueron residencias de familias influyentes y hoy albergan restaurantes, comercios y oficinas públicas.
En el centro de la plaza se alza un monumento de bronce sobre una base de cantera y mármol, que no pasa desapercibido por su belleza ni por su carga simbólica. Se trata del Monumento a la Paz, obra del escultor mexicano Jesús Contreras, inaugurada el 27 de octubre de 1903 durante el gobierno de Porfirio Díaz. Esta escultura fue creada para conmemorar el fin de la Guerra de Independencia de México, un hecho clave en la historia del país y, por supuesto, en la de Guanajuato, uno de los principales escenarios del movimiento insurgente.
El monumento es mucho más que una simple pieza decorativa: representa la aspiración colectiva de un país que, tras años de lucha, encontró una nueva forma de convivir bajo ideales de libertad y soberanía. Su presencia en esta plaza no es casual; desde aquí, la mirada de la escultura se dirige hacia la basílica, en un gesto que parece conectar la historia cívica con la espiritual.
La Plaza de la Paz es también un punto de encuentro para quienes recorren el centro de Guanajuato. Es habitual ver gente sentada en sus bancas, parejas tomándose fotos frente al monumento, grupos de turistas siguiendo la explicación de sus guías o simplemente personas disfrutando del ambiente. Por la noche, cuando las luces iluminan las fachadas de cantera rosa, el lugar cobra una atmósfera aún más especial.
5. La Tasca de La Paz:
Y si quieres saborear unos buenos platos de la gastronomía mexicana, no puedes dejar pasar la oportunidad de comer o cenar en La Tasca de La Paz, está justo al lado de la Plaza de La Paz y cuenta con una terraza exterior desde donde admirar la belleza de la Basílica mientras saboreas un exquisito plato. La atención es excelente, así como la elaboración y presentación de sus propuestas gastronómicas. También puedes contratar un tour por los bares y terrazas de Guanajuato con opción a escoger 2 o 4 bares que te llevará a algunos de los más emblemáticos de la ciudad. Puedes reservar el tour aquí.


6. Casa de las Artesanías:
Durante nuestro paseo por el centro histórico de Guanajuato capital, a tan solo unos pasos de la Basílica de Nuestra Señora y de la animada Plaza de la Paz, descubrimos un lugar que nos atrapó desde el primer momento: la Casa de las Artesanías, un espacio donde el alma creativa del estado se manifiesta en cada rincón. Entrar en ella fue como abrir una ventana a las distintas regiones de Guanajuato sin necesidad de salir del casco antiguo de la ciudad.
Esta antigua casona colonial, perfectamente adaptada, está dedicada por completo a la promoción del talento local. Aquí los artesanos del estado tienen un escaparate para mostrar su trabajo y conectar con quienes visitamos la ciudad. Desde el primer paso, nos recibió el colorido de las piezas expuestas: cerámica, joyería, textiles, arte en madera, plata, cartonería, popotillo, dulces típicos y mucho más, todo elaborado a mano y con una calidad que habla del cuidado y la tradición con la que fue creado.
Lo que más nos llamó la atención es que todos los productos cuentan con el distintivo Marca Guanajuato, una garantía de que están elaborados localmente bajo estándares de excelencia. Además de apoyar a los productores directamente, también es una forma muy auténtica de llevarte un recuerdo con verdadero valor cultural. Es fácil perder la noción del tiempo entre sus más de 3.500 piezas exhibidas, y resulta casi imposible salir con las manos vacías.
En la planta baja se encuentra la zona de exposición y venta, pero al subir las escaleras descubrirás otro tesoro: talleres en activo donde se imparten cursos de metalistería, orfebrería, cerámica y otras técnicas artesanales. Ver a los artistas trabajar de cerca añade un valor aún más especial a cada objeto. No es solo una tienda: es un centro vivo de creación.



Si tienes la suerte de coincidir con el Festival Artesanal de Primavera, que se celebra aquí cada año y reúne a más de 30 artesanos de distintos municipios. Durante el festival, además de la exposición permanente, se puede disfrutar de productos únicos, demostraciones en vivo, nieves artesanales y comida tradicional, todo en un ambiente festivo y cercano. Sin duda, un evento que convierte la visita en una experiencia aún más completa.
La Casa de las Artesanías es de esos lugares que te conectan con la esencia de un destino. Porque más allá de los paisajes y monumentos, son las manos que crean, las historias que se transmiten a través de un bordado o una talla en madera, las que realmente dejan huella. Si visitas Guanajuato capital, no te la pierdas. Es el mejor lugar para encontrar ese recuerdo especial… o varios.
7. Templo de San Diego:
A un costado del majestuoso Teatro Juárez y frente al animado Jardín de la Unión se alza uno de los templos más emblemáticos de Guanajuato: el Templo de San Diego de Alcalá. Su historia se remonta al siglo XVII, cuando los franciscanos iniciaron su construcción en 1667, sobre lo que está considerado como el primer monasterio del Real de Minas de Guanajuato.
A lo largo de los siglos, este templo ha sufrido varias reconstrucciones, muchas de ellas provocadas por las inundaciones que afectaban con frecuencia a la ciudad. La estructura que hoy vemos fue finalizada en 1784, gracias al patrocinio del primer conde de Valenciana, una de las figuras clave del auge minero de la región.
Su fachada de cantera rosa, rica en detalles, es un espléndido ejemplo del estilo churrigueresco. Destacan en ella dos cuerpos labrados con gran ornamentación: el primero, con un arco de medio punto custodiado por pilastras y estípites de estilo rococó; el segundo, con una elegante ventana coral que enmarca un nicho también con arco de medio punto. Sobre el crucero de la nave se eleva una cúpula octogonal rematada por un cupulín, a la que se suman otras tres cúpulas ubicadas en el camarín y en las capillas laterales, completando así su planta de cruz latina.
El interior del templo es igualmente impresionante. Entre sus elementos más destacados se encuentran los retablos barrocos, varias pinturas al óleo de los siglos XVIII y XIX, y una imagen de la Purísima Concepción que data de 1735. Pero sin duda, uno de los tesoros más valiosos es el Cristo de Burgos, una talla que fue donada por el conde de Valenciana y que aún se conserva pese a las múltiples transformaciones del edificio. También sobresale su órgano barroco, construido en la segunda mitad del siglo XVIII, testimonio del esplendor artístico y religioso de la época colonial.




Frente al templo, en la explanada que alguna vez albergó un tianguis colonial, se reúnen cada tarde las Tunas Guanajuatenses (estudiantinas), que dan inicio desde aquí a sus tradicionales recorridos musicales por los famosos callejones de la ciudad. Este punto de encuentro entre historia, música y arquitectura convierte al Templo de San Diego no solo en un espacio religioso, sino también en un símbolo vivo de la identidad guanajuatense.
8. Monumento al Pípila:
Desde la calle del lateral del Templo de San Diego podrás ver en lo alto una gran escultura. Se trata del Monumento al Pípila. Se ubica en lo alto del cerro de San Miguel, dominando el paisaje de Guanajuato, se trata de uno de los símbolos más poderosos de la ciudad. Más que una escultura, es un homenaje eterno a la valentía de un pueblo minero que luchó con determinación por la independencia de México.
Construido con más de 800 toneladas de cantera rosa, extraída de los loceros de la antigua Bufa, este coloso fue concebido no solo para representar al héroe individual, sino para rendir tributo a la fuerza colectiva del pueblo guanajuatense. Su figura, con una antorcha en alto, es la imagen viva del coraje que encendió la llama de la libertad.
La historia de este monumento comienza en los años treinta, cuando el abogado Luis Ignacio Rodríguez Taboada —gobernador del estado entre 1937 y 1938— propuso su construcción. El proyecto fue retomado e impulsado durante el mandato del gobernador interino Rafael Rangel Hurtado, y tomó forma a partir del talento del escultor guanajuatense Juan Fernando Olaguíbel. Las obras arrancaron el 15 de enero de 1939 y, tras un año y medio de intenso trabajo, el monumento fue finalmente inaugurado el 5 de febrero de 1940.
Detrás de esta colosal obra hubo un equipo humano impresionante: alrededor de cien personas participaron en su construcción, desde quienes extraían la piedra hasta los talladores y encargados de dar vida a la escultura. Fue clave la colaboración del constructor Agustín Gutiérrez Ocampo, quien desarrolló un sistema para amplificar esculturas, apoyado por su hijo, David Gutiérrez Becerril.
Esta imponente figura sigue siendo uno de los íconos más queridos de Guanajuato, recordando a locales y visitantes que la historia se construye con valor, unidad y lucha colectiva. Puedes subir hasta allí y disfrutar de las impresionantes vistas sobre la ciudad desde el mirador. Y si te encantan los miradores no te puedes perder la excursión a uno de los santuarios más importantes de México, el Cerro del Cubilete, epicentro espiritual del país. Te recogerán en tu hotel de Guanajuato para visitar el impresionante Cristo Rey, una colosal escultura que domina el paisaje desde 2600 metros de altitud.
Durante la visita, conocerás el simbolismo del monumento, su historia marcada por la Revolución mexicana y disfrutarás de vistas espectaculares sobre El Bajío. Además, tendrás tiempo libre para recorrer puestos de artesanía y probar antojitos locales. Puedes reservarla aquí.
9. Jardín de la Unión:
En el corazón de Guanajuato, justo frente al majestuoso Teatro Juárez, se encuentra uno de los rincones más encantadores y con más historia de la ciudad: el Jardín de la Unión. Este pequeño jardín de forma triangular no solo es un lugar de encuentro para locales y visitantes, sino también un testigo silencioso de la evolución urbana, cultural y social de Guanajuato.
Durante la época virreinal, este espacio era conocido como la Plaza de San Diego, en honor al convento y templo del mismo nombre que se ubicaban a un costado. En aquel entonces, la plaza era el centro de la vida popular: albergaba mercados, tianguis, corridas de toros y todo tipo de celebraciones tradicionales. Con el paso del tiempo, la plaza fue transformándose. En 1836 se plantaron los primeros árboles y, tras el triunfo de los liberales en 1861, se acondicionó oficialmente como jardín. Fue entonces cuando recibió el nombre de Jardín de la Unión, que aún conserva.
El nuevo jardín fue dotado con bancas, faroles de aceite y, más adelante, se convirtió en el primer espacio público de la ciudad con iluminación eléctrica. A finales del siglo XIX, durante el Porfiriato, se le agregó un elegante quiosco de hierro forjado que aún decora el centro del parque, donde hoy en día se presentan bandas de música en vivo, sobre todo los fines de semana a partir de las 7 de la tarde.
Este jardín también tuvo un papel importante en la vida urbana de la ciudad, pues desde aquí partía el antiguo tranvía que conectaba el centro con zonas como Marfil, la Presa de la Olla y el barrio de Pastita. Su ubicación privilegiada y su encanto lo convirtieron rápidamente en un punto de reunión. A su alrededor comenzaron a instalarse cafés y restaurantes, creando el ambiente animado que hoy lo caracteriza.
El Jardín de la Unión también es escenario de una de las festividades más queridas por los guanajuatenses: el Día de la Virgen de Dolores, popularmente conocido como el Día de las Flores. Durante esta celebración, el jardín se llena de arreglos florales, música en vivo, comida típica y una verbena que refleja el alma festiva de la ciudad.



Hoy, entre árboles frondosos que ofrecen una sombra refrescante, música de mariachis y tunas que amenizan el ambiente, puedes contratar una para que te canten y toquen en exclusiva y es muy habitual verlos hacerlo a parejas o familias. Este bello rincón sigue siendo un espacio para el descanso, el encuentro y la vida cotidiana. Sentarse en una de sus bancas, disfrutar del entorno y dejarse llevar por la atmósfera que lo envuelve, es una de las experiencias más auténticas que se pueden vivir en Guanajuato.
10. Teatro Juárez:
Majestuoso, imponente y lleno de historia, el Teatro Juárez es uno de los íconos culturales más importantes no solo de Guanajuato, sino de todo México. Situado en pleno corazón del centro histórico, frente al bullicioso Jardín de la Unión, este emblemático edificio se ha convertido en un símbolo de la ciudad por su arquitectura única, su programación artística y su papel central en la vida cultural guanajuatense.
Su construcción comenzó en 1873 sobre los terrenos del antiguo convento de San Diego de Alcalá. El diseño original fue obra del ingeniero José Noriega, conocido por proyectar otros grandes teatros del país, como el Teatro Manuel Doblado en León o el Teatro de la Paz en San Luis Potosí. La obra fue interrumpida por varios años, hasta que en 1893 se retomaron los trabajos bajo la dirección del arquitecto Antonio Rivas Mercado, el ingeniero Alberto Malo y el escultor Jesús Contreras, quienes imprimieron al edificio un estilo ecléctico inconfundible: una combinación armoniosa de elementos neoclásicos, mozárabes y franceses que reflejan la estética de la época porfiriana. No dejes de visitarlo de día y por la noche, la fachada por la noche con la iluminación es todavía más bonita.
Finalmente, el Teatro Juárez fue inaugurado el 27 de octubre de 1903 con la presentación de la ópera Aída, de Giuseppe Verdi, a cargo de la compañía italiana Empresa Ettore Drog y Cía. La función inaugural fue todo un acontecimiento, con una cuidada escenografía realizada por artistas como el catalán Francisco Fontanals y el mexicano Jesús Herrera y Gutiérrez, y la participación de reconocidos cantantes europeos.


Desde entonces, su interior con forma de herradura ha sido escenario de innumerables presentaciones de teatro, ópera, conciertos, danza y exposiciones. La sala de espectáculos, inspirada en los teatros europeos, está decorada con un exquisito estilo oriental y cuenta con un impresionante telón pintado por Labasta, escenógrafo de la Ópera Cómica de París, que representa una escena del cuento El cuerno de oro de Constantinopla.
La fachada del teatro también deja sin aliento: un pórtico con columnas dóricas de inspiración romana da la bienvenida a los visitantes, coronado por una hilera de esculturas de bronce que representan a las nueve musas griegas, hijas de Zeus, como símbolo de las artes escénicas. Estas figuras se han convertido en uno de los elementos más fotografiados de la ciudad.
Hoy en día, el Teatro Juárez sigue en plena actividad y es la principal sede del Festival Internacional Cervantino, uno de los encuentros culturales más importantes de América Latina. Desde 1972, este recinto ha acogido a orquestas, compañías de ópera, grupos de danza y solistas de talla internacional.
Además de su valor artístico, el teatro es también un punto de partida para las tradicionales callejoneadas que recorren los rincones más pintorescos de la ciudad, y a un costado se puede visitar el Museo del ExConvento Dieguino, un fascinante espacio subterráneo que conserva vestigios del antiguo claustro y permite observar cómo ha cambiado el nivel del suelo en el centro histórico a lo largo de los siglos.
11. Plaza Allende:
En pleno corazón del centro histórico de Guanajuato, la Plaza Allende es uno de esos rincones donde el pasado minero, la vida cultural y el arte escénico se entrelazan con naturalidad. Lo que hoy es un apacible espacio peatonal lleno de historia, fue en sus orígenes un área destinada al beneficio de metales. Más adelante, el lugar se transformó para dar paso al Cine Colonial, que con los años se convertiría en el actual Teatro Cervantes, uno de los recintos culturales más activos de la ciudad.
Inaugurado en septiembre de 1979, el Teatro Cervantes fue diseñado por el arquitecto José Luis Martínez Cossio y cuenta con una capacidad para 430 personas. Su primer espectáculo fue un concierto de piano ofrecido por la maestra Guadalupe Parrondo, y desde entonces ha albergado una amplia variedad de propuestas: obras de teatro, funciones de ópera, danza, cine, espectáculos infantiles e incluso informes de gobierno. Actualmente es también una de las sedes oficiales del Festival Internacional Cervantino y escenario del Festival Titerías, especializado en teatro de títeres.
Justo al lado del teatro, en la propia plaza, se encuentran dos esculturas que llaman la atención de todos los que pasan por allí: se trata de Don Quijote y Sancho Panza, montados en sus respectivos corceles. Estas efigies fueron instaladas en los años setenta como parte del proceso de internacionalización del Festival Cervantino, y hoy son un símbolo entrañable del espíritu literario que impregna la ciudad.


A escasos metros de la plaza se levanta el imponente Templo de San Francisco, una joya del siglo XVIII cuya construcción fue concluida en 1792 por la orden franciscana. Erigido junto al antiguo templo de San Juan Bautista —que más tarde formaría parte del convento franciscano—, este edificio destaca por su interior decorado con altares de piedra labrada siguiendo el gusto neobarroco de la época.
12. Plaza de San Fernando:
Enclavada en el corazón del centro histórico de Guanajuato, la Plaza de San Fernando es uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo. Construida en 1863 sobre los terrenos de la antigua Hacienda de San Francisco de Cervera ,conocida en su día como “Los Hornos”, esta plaza es hoy un punto de encuentro imprescindible tanto para visitantes como para locales que buscan disfrutar del ambiente más bohemio y apacible de la ciudad.
Su nombre rinde homenaje a San Fernando y al monarca Fernando VII, y su encanto reside no solo en la tranquilidad que ofrece, sino también en su estética. El empedrado de la plaza, decorado con figuras geométricas en forma de grecas, fue diseñado por el célebre artista guanajuatense José Chávez Morado, y le otorga una personalidad única entre los espacios públicos de la ciudad. A todo esto se suma una fuente central de estilo barroco y las coloridas fachadas que la rodean, muchas de ellas hoy reconvertidas en cafeterías, restaurantes y hostales con terrazas que miran directamente a la plaza, perfectas para desayunar, comer o simplemente tomar un café a la sombra de los árboles.
La historia de la plaza también habla de transformaciones. A finales de los años 30 y principios de los 40, un antiguo edificio escolar fue demolido como parte de un proyecto de embellecimiento urbano, permitiendo así la ampliación y el rediseño del espacio tal y como lo conocemos hoy. Desde entonces, la Plaza de San Fernando se ha consolidado como un lugar de convivencia cultural donde, además de su ambiente relajado y artístico, se celebran eventos durante todo el año: exhibiciones de libros, venta de artesanías, actividades gastronómicas, muestras de danza, música y más.


Durante el Festival Internacional Cervantino, este espacio se transforma en uno de los escenarios al aire libre más encantadores del circuito, acogiendo espectáculos de los estados o países invitados. Aunque no es tan concurrida como el Jardín Unión o la Plaza de la Paz, eso precisamente es parte de su magia: no hay mariachis ni música norteña, pero sí algún trovador que en las noches aporta un aire romántico y tranquilo. Es un refugio para quienes buscan vivir Guanajuato con calma, saboreando el momento.
Y si te dejas llevar por los callejones que conectan la plaza con otros puntos del centro, en solo unos pasos puedes encontrarte en el Callejón del Beso, uno de los rincones más emblemáticos y románticos de toda la ciudad.
13. Callejón del Beso:
En el corazón de Guanajuato, donde las calles serpentean entre casas coloniales de colores, se encuentra uno de los rincones más emblemáticos y románticos de la ciudad: el Callejón del Beso. Este angosto pasadizo de piedra, en el que apenas caben dos personas de frente, esconde una historia que ha viajado de boca en boca durante generaciones, convirtiéndose en leyenda viva.
Cuenta la historia que, en el siglo XVIII, dos jóvenes, Carmen y Luis, vivían en casas opuestas al callejón. Sus balcones estaban tan cerca que, con solo inclinarse un poco, podían besarse sin salir de casa. Así, burlando las estrictas normas de una familia que desaprobaba su relación, sellaban su amor con un beso cada noche. Pero como en toda leyenda de amor prohibido, el destino fue trágico: el padre de Carmen, al descubrir el romance, terminó con la vida de su hija. Luis, desde el otro balcón, solo pudo sujetar su mano fría mientras le daba un último beso.
Con el tiempo, esta historia se transformó en tradición. Hoy en día, se dice que si una pareja se besa en el tercer escalón del Callejón del Beso, disfrutará de 15 años de felicidad ( reconocerás facilmente el escalón porque está pintado de rojo) . Si no lo hacen, la leyenda advierte que tendrán siete años de mala suerte en el amor. Este ritual convierte el rincón en parada obligada para enamorados de todo el mundo.
Pero más allá de su leyenda, el Callejón del Beso enamora por su ambiente. Balcones con flores, fachadas de colores intensos, y ese aire bohemio tan propio de Guanajuato hacen que la visita sea toda una experiencia sensorial. No importa si llegas por la historia o por la foto: lo cierto es que una vez ahí, es imposible no dejarse llevar por el embrujo del lugar.
Y lo mejor: su ubicación permite seguir explorando los tesoros del centro histórico a pocos pasos. Puedes llegar desde la Plazuela de Los Angeles, verás el cartel al inicio de una preciosa calle decorada con papel picado. Puedes ir a cualquier hora pero si quieres verlo con tranquilidad y sin gente, te recomendamos ir a primera hora de la mañana. En otros momentos, como por la noche puedes encontrarte hasta colas para poder acceder al callejón y hacer una foto.




Muy cerca están el Teatro Juárez, la Alhóndiga de Granaditas y la Universidad de Guanajuato. Así que si vas a Guanajuato, no olvides buscar este callejón de amor eterno, y si vas acompañado, ya sabes lo que tienes que hacer en el tercer escalón en el que se cuenta que se derramó la sangre de Carmen. Hay una versión más moderna que ha cambiado los nombres de los protagonistas por los de Ana y Carlos, aunque, al parecer, los originales serían Carmen y Luis.
14. La Universidad de Guanajuato:
En pleno corazón de Guanajuato se alza uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el Edificio Central de la Universidad de Guanajuato. Su imponente escalinata de 86 peldaños no solo invita a los visitantes a subirla, sino que se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad. Pero detrás de su majestuosa fachada de cantera verde y morada se esconde una historia que se remonta al siglo XVIII, cuando en este mismo lugar los jesuitas fundaron el Hospicio de la Santísima Trinidad en 1732. Aquel antiguo colegio jesuita fue el punto de partida de una evolución que daría paso, siglos después, a la universidad que hoy sigue dando vida cultural y académica a Guanajuato.
El edificio actual, obra del arquitecto Vicente Urquiaga Rojas, comenzó a construirse en 1940 y combina elementos barrocos, góticos y renacentistas que reflejan la riqueza artística de la ciudad. En su fachada destaca la frase “La verdad os hará libres”, que resume la vocación humanista de la institución.



Más allá de sus salones y de la Rectoría, el Edificio Central alberga espacios imprescindibles para quienes desean comprender la profundidad histórica de la universidad y de la ciudad. En su interior se encuentra una de las bibliotecas más importantes del estado, con salas de lectura llenas de encanto, resguardadas por altos estantes de madera y techos que aún conservan el aire solemne del antiguo colegio. A pocos pasos, el Archivo Histórico de la Universidad preserva documentos valiosísimos que cuentan la historia de la educación en Guanajuato desde tiempos coloniales. Otro de sus rincones más especiales es el patio del antiguo colegio jesuita, un espacio sereno con columnas de cantera que invitan a detenerse, respirar y reflexionar entre muros llenos de historia.
El Edificio Central también es escenario frecuente de conciertos, exposiciones, funciones de cine y actividades del Festival Internacional Cervantino. Muchos de estos eventos se celebran en el Auditorio Euquerio Guerrero, que forma parte del complejo y da cabida a propuestas culturales de talla internacional.
Si continuas tu paseo por la calle de la derecha de la Universidad, decorada con papel picado, llegarás a otro de los lugares que no te puedes perder en Guanajuato, el Templo de la Compañía de Jesús.
15. Templo de la Compañía de Jesús: Oratorio de San Felipe Neri
En pleno corazón de Guanajuato se alza majestuoso uno de los templos más imponentes de la ciudad: el Templo de la Compañía de Jesús. Basta con levantar la vista para admirar su fachada de cantera rosa, una muestra exquisita del barroco churrigueresco que, junto con su gran cúpula neoclásica, domina el paisaje urbano con elegancia y solemnidad. Su construcción comenzó a mediados del siglo XVIII y culminó en 1765, convirtiéndose no solo en el templo más grande de Guanajuato, sino también en una de las iglesias jesuitas más monumentales de la antigua Nueva España.
El interior sorprende por su amplitud. La nave central alcanza una altura de más de veinte metros, flanqueada por dos laterales más bajas que realzan la verticalidad del espacio. La cúpula del crucero, que corona el templo, se eleva casi treinta metros sobre el suelo, dando una sensación de grandeza y recogimiento a partes iguales.


Más allá de su arquitectura, el templo guarda un verdadero tesoro artístico. Su altar mayor, de estilo neoclásico, se complementa con un órgano monumental y una valiosa pinacoteca escondida al fondo, que conserva obras sacras de gran calidad. Entre ellas, destacan pinturas de Miguel Cabrera, uno de los artistas más reconocidos del barroco novohispano, y de otros maestros como Baltasar de Echave Orio. Recorrer sus pasillos es como entrar en una galería de arte devocional, donde cada lienzo narra pasajes religiosos con un profundo sentido estético.
Curiosamente, los jesuitas apenas llegaron a disfrutar su obra. Solo dos años después de su consagración fueron expulsados por orden del rey Carlos III, y el templo quedó abandonado durante casi tres décadas. No fue hasta 1794 cuando volvió a abrir sus puertas, esta vez bajo el cuidado de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, que le devolvió su vida religiosa.
16. La Alhóndiga de Granaditas:
En el centro de Guanajuato se alza una construcción sobria y poderosa que parece esculpida para resistir el paso del tiempo: la Alhóndiga de Granaditas. Aunque fue concebida originalmente como almacén de granos, el destino le tenía preparada una historia muy distinta. Su aspecto de fortaleza no solo refleja su arquitectura imponente, sino también el papel crucial que desempeñó en uno de los episodios más recordados de la historia de México: el inicio de la Guerra de Independencia.
El edificio se terminó de construir en 1809, pero tan solo un año después se convirtió en escenario de uno de los primeros grandes enfrentamientos entre insurgentes y realistas. Cuando el cura Miguel Hidalgo se levantó en armas con el famoso Grito de Dolores, decidió avanzar hacia Guanajuato con un ejército popular. Aunque intentó negociar una rendición pacífica con Riaño, el intendente español, éste se negó rotundamente, atrincherándose en la Alhóndiga junto con un grupo de criollos y españoles adinerados.

El 28 de septiembre de 1810, la ciudad vivió una jornada decisiva. La batalla fue intensa, pero las fuerzas insurgentes no lograban atravesar la enorme puerta del edificio hasta que un minero, Juan José de los Reyes Martínez, más conocido como El Pípila, protagonizó una de las escenas más emblemáticas de la historia. Con una losa atada a la espalda para protegerse del fuego enemigo, avanzó entre las balas con una antorcha y logró incendiar la puerta, permitiendo así la entrada de los insurgentes.
Lo que siguió fue un momento oscuro: el saqueo y la ejecución de muchos de los que se habían refugiado dentro. El propio Hidalgo, aunque logró la victoria, quedó profundamente afectado por la violencia desatada y pidió que se respetara el cuerpo de su amigo Riaño, caído en combate. Si te fascina la historia de la independencia mexicana puedes hacer una excursión imprescindible para quienes desean conocer los lugares clave del inicio de la independencia mexicana. La ruta parte desde Guanajuato y recorre Dolores Hidalgo, donde comenzó el movimiento con el famoso grito de Miguel Hidalgo. Incluye visitas a la parroquia, la casa-museo del padre de la patria y el mausoleo de José Alfredo Jiménez.
El recorrido continúa por el santuario barroco de Atotonilco, con sus murales históricos, y finaliza en San Miguel de Allende, con tiempo libre para explorar esta joya colonial a tu aire.
Una jornada completa cargada de historia, cultura y tradición, ideal para profundizar en el pasado de México.Puedes reservarla aquí.
Desde entonces, la Alhóndiga de Granaditas se ha transformado en un símbolo de la lucha por la libertad, cargada de memoria y significado. Ha servido como cuartel, prisión y, hoy en día, funciona como el Museo Regional de Guanajuato. Además, su gran explanada se convierte cada año en uno de los escenarios más vibrantes del Festival Internacional Cervantino, donde el arte y la cultura toman el relevo de la historia.
17. Los túneles de Guanajuato:
Caminar por Guanajuato es descubrir una ciudad que esconde tanto como muestra, y quizás su secreto mejor guardado está justo debajo de nuestros pies. Los famosos túneles de Guanajuato, hoy convertidos en una red vial única en el mundo, nacieron como una solución a un problema que durante siglos amenazó a la ciudad: las inundaciones.
En el siglo XIX, el río Guanajuato atravesaba la ciudad y con cada temporada de lluvias llegaban también los desbordamientos. Para contenerlo, se construyeron muros que terminaron por enterrar el cauce original y dieron forma, casi sin querer, a un sistema subterráneo que cambiaría la vida urbana de la ciudad para siempre. El primer paso en esta transformación fue la creación de «El Cuajín», un túnel de más de un kilómetro de longitud y siete metros de diámetro que sirvió como canal para redirigir el agua.


Con el paso del tiempo, y ante el crecimiento de la ciudad y la necesidad de nuevas rutas de comunicación, esos antiguos canales fueron adaptándose al tránsito vehicular. Así nació una de las redes subterráneas urbanas más extensas del mundo, con aproximadamente 8 kilómetros de longitud. Durante el gobierno de Porfirio Díaz, se impulsó aún más esta infraestructura como parte de un ambicioso proyecto de modernización urbana.
Hoy en día, circular por estos túneles es casi una experiencia surrealista. Las calles serpentean bajo tierra entre muros de piedra, con nombres como “El Minero”, “El Pípila”, “La Galereña” o “El Padre Belauzarán”, que recuerdan a personajes y oficios ligados a la historia minera de la ciudad. Aunque cumplen una función práctica, controlan las aguas y descongestionan el tráfico en la superficie, también se han convertido en una de las atracciones turísticas más peculiares de Guanajuato.



Recorrerlos es como viajar por una ciudad paralela: silenciosa, fresca, llena de historias y leyendas que parecen cobrar vida entre sombras y luces tenues. Los túneles de Guanajuato no son solo una solución de ingeniería admirable, sino también una muestra más del carácter ingenioso y resiliente de una ciudad que ha sabido reinventarse desde sus raíces. Una de las entradas a los túneles más bonitas y coloridas la encontrarás en la Calle Miguel Hidalgo.
18. El Mercado Hidalgo:
En el corazón de Guanajuato capital se alza uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el Mercado Hidalgo. Aunque hoy es un punto de encuentro para locales y visitantes, con pasillos repletos de sabores, colores y vida, este mercado es también un reflejo de la historia y del esplendor arquitectónico de principios del siglo XX.
Construido sobre los restos de una antigua plaza de toros, su inauguración tuvo lugar en 1910 como parte de los festejos por el centenario de la Independencia de México. Su diseño llama la atención desde el primer vistazo: una fachada imponente de cantera rosa, grandes ventanales, arcos de medio punto y una majestuosa torre central con reloj. La estructura metálica, inspirada en las estaciones ferroviarias europeas de la época, le confiere un aire industrial y elegante que lo distingue de cualquier otro mercado tradicional mexicano.
El interior, distribuido en dos niveles, es una verdadera explosión de cultura popular. En la planta baja se concentran los puestos de alimentos frescos, dulces típicos, carnes, frutas, antojitos y jugos recién exprimidos. Subiendo las escaleras, los aromas dan paso a los colores de las artesanías: piezas de cerámica, textiles, juguetes, recuerdos y figuras inspiradas en personajes cervantinos que rinden homenaje a la tradición del Festival Internacional Cervantino, tan arraigado en la ciudad.




Pero el Mercado Hidalgo no es solo un sitio para hacer compras o probar delicias locales. Es también un símbolo de la transformación urbana de Guanajuato durante el Porfiriato, una muestra del interés por modernizar las ciudades con estilos y materiales europeos, y al mismo tiempo, un espacio profundamente mexicano por el ambiente que lo habita a diario.
Hoy sigue funcionando como centro comercial y social, conservando su esencia entre los ecos del pasado y el bullicio del presente. Una visita que no debes perderte y aprovecha para llevarte un souvenir de lo más auténtico.
19. Museo de las Momias de Guanajuato:
Entre los lugares más enigmáticos y visitados de Guanajuato capital se encuentra el Museo de las Momias, un espacio único en el mundo que combina historia, ciencia y tradición en torno a uno de los fenómenos más sorprendentes de México: la momificación natural.
Todo comenzó en la década de 1860, cuando, debido a la falta de espacio en el cementerio de Santa Paula, las autoridades locales comenzaron a exhumar cuerpos cuyos familiares no habían pagado los derechos de sepultura. Fue entonces cuando ocurrió el hallazgo que lo cambiaría todo: el cadáver de un médico francés llamado Remigio Leroy, fallecido en 1865, apareció sorprendentemente momificado de forma natural, en un estado de conservación tan excepcional que asombró a los panteoneros.
Con el paso de los años se exhumaron más cuerpos, muchos de ellos víctimas de la epidemia de cólera que azotó Guanajuato en 1833. Lo que los hacía tan especiales era que, sin ningún proceso artificial, sus tejidos, vestimentas e incluso rasgos faciales se mantenían prácticamente intactos. Esto se debe a las condiciones únicas del subsuelo del panteón, con altos niveles de salinidad y una humedad escasa que favoreció la conservación de los cadáveres.
El fenómeno dio origen a una de las colecciones más impactantes del país. En 1969 se inauguró el Museo de las Momias de Guanajuato, y desde entonces, miles de visitantes se han acercado cada año para descubrir esta inquietante pero fascinante parte de la historia local.
La colección incluye cuerpos de personas de diferentes edades y clases sociales, incluso algunos que aún conservan sus ropas originales. Una de las figuras más reconocidas es la Momia del Niño, que se ha convertido en símbolo del museo y de la ciudad. Las momias están expuestas en vitrinas especiales, permitiendo observar con detalle el estado en que fueron encontradas, muchas veces con expresiones congeladas que no dejan indiferente a nadie.
Pero más allá del impacto visual, el recorrido también ofrece una mirada profunda a las costumbres funerarias del siglo XIX, así como a las creencias sobre la vida y la muerte en la cultura mexicana. El ambiente del museo, cargado de historia y cierto misterio, invita a reflexionar sobre la mortalidad y las tradiciones que nos rodean. Puedes reservar un tour por Guanajuato que incluye el Museo de las Momias aquí.
20. Degustación de comida callejera:
Una de las experiencias que no te puedes perder en Guanajuato es recorrer sus preciosas calles degustando los platos más auténticos en sus puestos callejeros. Nosotros la hicimos con Cacomixtle Guanajuato Tours y fue una experiencia que nos encantó y te recomendamos , además de la degustación de comida callejera en los mejores puestos de la ciudad, descubrirás rincones y lugares muy especiales y harás , la mismo tiempo, una estupenda visita guiada por la ciudad.




Comienza en la emblemática Plaza del Baratillo: uno de esos rincones de Guanajuato que combina historia, colorido, vida cotidiana y un toque de misterio. Su nombre popular proviene del antiguo mercado que se instalaba aquí desde el siglo XVIII, donde era habitual encontrar frutas, flores y verduras a precios económicos. Aunque su nombre oficial es Plaza Joaquín González y González, pocos lo recuerdan así: para todos sigue siendo, simplemente, el Baratillo.
En la actualidad, esta encantadora explanada sigue conservando su espíritu mercantil. Es habitual ver puestos de frutas, verduras y flores, ahora acompañados por opciones gastronómicas que invitan a quedarse un rato más en este entorno lleno de vida local.
Uno de sus elementos más distintivos es la fuente que adorna el centro de la plaza. Se trata de la llamada Fuente Florentina, también conocida como la Fuente de los Delfines. De elegante diseño, está tallada en cantera verde y decorada con una columna central que sostiene una gran concha, rodeada por figuras que muchos confunden con bagres, aunque en realidad representan delfines. Esta fuente ha tenido varios emplazamientos a lo largo de su historia: originalmente se encontraba frente a la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato, luego se trasladó al Jardín Unión y, finalmente, encontró su lugar definitivo en esta plaza.
Lo que pocos saben es que esta fuente es parte de un conjunto de tres piezas gemelas encargadas en Florencia por el emperador Maximiliano de Habsburgo en 1864. Las otras dos fueron enviadas a Irapuato y León, aunque esta última desapareció misteriosamente y nunca se ha vuelto a encontrar.
Además de su belleza arquitectónica y su ambiente popular, la Plaza del Baratillo también guarda una de las leyendas más conocidas de Guanajuato: la historia del usurero del Baratillo
Dicen que, hace siglos, en una de las casas que rodean la plaza vivía un hombre solitario, de semblante serio y mirada fría, conocido por todos como un prestamista despiadado. Se dedicaba a prestar dinero a quienes más lo necesitaban, pero no por generosidad, sino por avaricia. Sus condiciones eran tan duras como su carácter: cobraba intereses abusivos y exigía que las deudas se pagaran en monedas de oro. Su frase más famosa se convirtió en lema: “Peso que no deje diez, ¿para qué es?”
Muchos evitaban cruzarse con él, pero la necesidad obligaba a algunos a aceptar sus condiciones. Cuentan que llegó un día en que un joven, astuto y necesitado, logró engañarlo. Fingió ser un comerciante próspero y convenció al usurero de prestarle una fuerte suma… que jamás devolvió. Esta traición afectó profundamente al prestamista. Incapaz de soportar la pérdida, se encerró en su casa, volviéndose cada vez más extraño y solitario.
La obsesión por el dinero lo llevó a la locura. Pasaba los días y las noches contando sus monedas, moviéndolas de un lugar a otro, murmurando cifras y maldiciones. Ya no hablaba con nadie, apenas comía, y no salía más que para asegurar que su fortuna seguía oculta y protegida. Finalmente, murió solo, aferrado a su tesoro.
Pero su historia no terminó ahí.
Desde entonces, hay quienes aseguran que el espíritu del usurero aún ronda la plaza. Por las noches, cuando la ciudad se sumerge en silencio, algunos afirman haber visto una figura oscura asomada a los balcones, o caminando por la plaza con pasos lentos y pesados. Otros aseguran haber escuchado el inconfundible tintineo de monedas de oro deslizándose entre dedos invisibles.
El rumor más inquietante dice que el tesoro del usurero sigue escondido en su antigua casa, esperando ser descubierto. Pero nadie se atreve a buscarlo. Porque, como bien saben los guanajuatenses, perturbar el descanso de un alma avara puede traer consecuencias que ningún oro compensa.
También puedes contratar un tour por Guanajuato con degustación de comida callejera aquí.
21. La Callejoneada: Una experiencia imperdible en Guanajuato
Pocas experiencias resumen mejor la esencia de Guanajuato que una callejoneada. Esta tradición nocturna, alegre y pintoresca, convierte un simple paseo por los rincones más bonitos de la ciudad en una auténtica fiesta cargada de historia, música, humor y romance. Todo comienza al caer la noche en el Jardín de la Unión, donde los asistentes se congregan para unirse a este recorrido tan especial liderado por una estudiantina, ese grupo de músicos que, vestidos como en el Siglo de Oro español, con jubón, capa, calzas y zapatos con hebilla, llevan siglos arrancando sonrisas, suspiros y aplausos allá por donde pasan.
Al ritmo de guitarras, panderos, laúdes y bandurrias, la estudiantina guía a los visitantes por los callejones más emblemáticos de Guanajuato mientras interpreta un repertorio que va desde canciones tradicionales españolas y mexicanas hasta éxitos del momento. No faltan las coplas picarescas, las serenatas románticas ni los bailes con capa y pandero que invitan a cantar, reír y dejarse llevar por el ambiente festivo. Pero no todo es música: durante el recorrido, los músicos interactúan con el público, cuentan leyendas de la ciudad, escenifican pequeñas historias y comparten curiosidades que dan vida a cada rincón. La ciudad se convierte así en un escenario y sus callejones, en los pasillos de un teatro al aire libre.




Una de las paradas más esperadas es la Plazuela de los Ángeles, donde concluye el recorrido con una representación improvisada de la famosa leyenda del Callejón del Beso, protagonizada por voluntarios del público. Antes habrás pasado por lugares tan curiosos como el callejón del Salto del Mono o pequeñas plazas escondidas entre casas de colores. La experiencia es tan única que se ha convertido en una tradición indispensable para quien visita Guanajuato, y eso que su origen es relativamente reciente: data de los años 60, cuando un grupo de estudiantes de la Universidad de Guanajuato decidió inspirarse en las tunas universitarias españolas y adaptar la tradición a la identidad local. Desde entonces, las callejoneadas no han dejado de crecer y hoy son uno de los espectáculos más queridos de la ciudad.
En México, a estos grupos se les llama estudiantinas, ya que la palabra «tuna» se asocia más con el fruto del nopal. Aun así, mantienen viva la esencia del tuno europeo: trajes antiguos, buen humor, espíritu bohemio y el arte de conquistar corazones con unas cuerdas y una buena voz.
- ¿Cómo participar?
Dónde empieza: Jardín Unión, en pleno centro histórico. - Cuándo: Principalmente por las noches, fines de semana y festivos.
- Duración: Aproximadamente 1 hora y media.
- Aforo: Limitado a 75 personas por grupo.
- Entradas: Puedes adquirirlas directamente con los miembros de la estudiantina o en los alrededores del punto de partida.
También puedes reservar esta actividad de La Callejoneada, aquí.
22. Tour en Quad por Guanajuato:
Explorar Guanajuato sobre un quad subido a una cuatrimoto, como también se le llama en América Latina, no solo se conquista la adrenalina del terreno, sino también la posibilidad de descubrir, desde una perspectiva única, algunos de los rincones más legendarios y panorámicos del estado. El recorrido comienza en el corazón de la ciudad, desde donde los motores rugen camino al Mirador de la Mina de Rayas, uno de los puntos más imponentes de Guanajuato. Allí, entre ruinas coloniales y vestigios mineros que parecen resistir el paso de los siglos, se respira la grandeza de una ciudad que vivió gracias a la riqueza de sus vetas. Cuenta la leyenda que un humilde arriero, Juan de Rayas, encontró a flor de tierra la mítica Veta Madre allá por 1550, dando inicio a lo que sería uno de los ciclos mineros más importantes del continente. Desde el mirador se contempla el trazo serpenteante de Guanajuato, y se pueden observar las antiguas galeras donde trabajaban las mujeres conocidas como galereñas, y los patios de molienda, donde enormes ruedas eran movidas por animales para triturar la roca. La estructura aún guarda el tiro profundo de más de 400 metros que le dio a esta mina el título de la más profunda del mundo en su tiempo, así como las poleas y ruecas que subían y bajaban a los trabajadores .



Pasarás también por la Presa de la Olla, construida entre 1741 y 1749 para resolver una crisis de sequía, la presa no solo abasteció de agua a la ciudad por más de un siglo, sino que se convirtió en un punto de reunión y en el corazón de una de las tradiciones más queridas: la Apertura de la Presa, una verbena popular que cada julio inunda de alegría los alrededores con juegos, música y comida. El recorrido en quad bordea este hermoso cuerpo de agua mientras se observa el reflejo de los árboles y la arquitectura colonial en su superficie tranquila. En esta misma zona, la historia de San Juan Bautista, patrono del lugar, y las leyendas de la nobleza minera se entrelazan con los paseos en lancha y los picnics de los visitantes que buscan un respiro entre naturaleza e historia.
Pero si hay un punto que marca el corazón de esta aventura, es el Cerro de la Bufa, una imponente formación natural de más de 2,300 metros de altura que guarda en su cima no solo vistas espectaculares, sino también una de las leyendas más fascinantes de la región. La subida en quad hasta esta zona ecológica es emocionante, mientras el camino se abre entre bosques, riscos y formaciones rocosas que parecen salidas de un cuento. Desde lo alto, la ciudad de Guanajuato se revela como una joya de colores incrustada entre montañas. Cada año, el 31 de julio, miles de guanajuatenses suben a rendir tributo a San Ignacio de Loyola en una de las festividades más antiguas de la ciudad, donde las cuevas se iluminan y las montañas se llenan de danzas, cantos y fuegos artificiales.



Es precisamente en una de esas cuevas donde, según la leyenda, habita una princesa encantada. Se dice que cada año, al amanecer de esa misma fecha, la princesa aparece buscando a un viajero dispuesto a llevarla en brazos desde la cima hasta la Basílica de Guanajuato. Aquel que lo logre sin voltear la vista atrás, a pesar de los ruidos aterradores que intentan hacerlo fallar, recibirá un tesoro y la visión de una ciudad cubierta en plata. Pero quien sucumba a la tentación y gire la cabeza, verá a la princesa transformarse en una monstruosa serpiente, perdiendo así la fortuna para siempre. Nadie hasta hoy ha conseguido romper el hechizo.
El tour también atraviesa los famosos túneles subterráneos de Guanajuato, laberintos que en otro tiempo sirvieron para encauzar el río que cruzaba la ciudad y que hoy son parte fundamental de su traza urbana. Con cada curva del quad, se descubren calles estrechas, casas coloridas y rincones escondidos que sólo Guanajuato puede ofrecer. Es una experiencia fantástica que nosotros disfrutamos con Turismo Alternativo en Guanajuato y que te recomendamos .
Cómo participar:
Este tour en cuatrimoto por Guanajuato tiene una duración aproximada de 3 horas. Cada vehículo admite hasta dos personas, quienes pueden turnarse la conducción durante el recorrido. No se necesita experiencia previa, pero es indispensable contar con licencia de conducir vigente. Se recomienda llevar ropa cómoda, calzado cerrado, gafas para el polvo y bloqueador solar.
También puedes reservar este tour en quad por Guanajuato aquí.
23. Más actividades Imperdibles en Guanajuato:
Descubre todo lo que puedes hacer en Guanajuato con esta selección de experiencias llenas de historia, cultura, naturaleza y sabor. Te dejamos el listado con cada actividad y su enlace directo para que puedas reservar y organizar tu viaje:
- Tour del vino en la bodega Cuna de Tierra
Visita una de las bodegas más reconocidas de la región, con paseo por los viñedos, mirador, cava y cata de vinos con maridaje.Reserva aquí - Excursión al Cerro del Cubilete y Monumento de Cristo Rey
Un viaje al corazón espiritual de México con vistas impresionantes, arte sacro y artesanías locales.Reserva aquí - Tour en kayak por la Presa de la Purísima
Rema sobre las aguas que ocultan un antiguo pueblo y visita el templo semisumergido de El Zangarro.Reserva aquí - Excursión a la tequilera Corralejo y zona arqueológica Plazuelas
Conoce una hacienda tequilera histórica y explora ruinas prehispánicas perfectamente conservadas.Reserva aquí - Paseo a caballo por la Sierra de Santa Rosa
Recorre a lomos de un caballo caminos ancestrales, descubre la historia minera y disfruta de un almuerzo local casero.Reserva aquí - Tour en bicicleta por el Camino Real de Tierra Adentro
Pedalea por esta antigua ruta comercial declarada Patrimonio Mundial y contempla paisajes naturales y vestigios históricos.Reserva aquí - Senderismo por Guanajuato
Explora a pie los bosques, presas y cerros de los alrededores mientras aprendes sobre la flora local y la historia minera.Reserva aquí - Excursión privada a Mineral de Pozos
Sumérgete en este pueblo fantasma minero, revive su esplendor pasado y disfruta de una experiencia exclusiva.Reserva aquí . Recuerda que al inicio de este artículo tienes link a nuestro artículo sobre la visita a Mineral de Pozos - Visita a un viñedo de San Miguel de Allende
Pasea entre vides, cata vinos y descubre la encantadora ciudad colonial de San Miguel de Allende en un solo día.Reserva aquí
24. Dónde alojarse en Guanajuato:
Si buscas una experiencia de alojamiento única en pleno centro histórico de Guanajuato, el Hotel Fusión Antigua Trece es una excelente opción para disfrutar de la ciudad con estilo y comodidad. Este hotel boutique está ubicado en una casona del siglo XIX, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, lo que ya lo convierte en un lugar especial donde el pasado y el presente se fusionan con elegancia.
Su situación es inmejorable: se encuentra a solo unos pasos del famoso Callejón del Beso y forma parte del recorrido habitual de las tradicionales estudiantinas, así que podrás vivir el ambiente típico de la ciudad sin alejarte del hotel.
Las habitaciones son amplias, modernas y muy cómodas, con detalles que marcan la diferencia. En nuestro caso, tuvimos la suerte de alojarnos en una habitación que contaba con una terraza privada y jacuzzi exterior, un auténtico lujo para relajarse tras un día recorriendo Guanajuato. Además, el hotel dispone de una pequeña piscina en las zonas comunes, ideal para refrescarse.
Antigua Trece está construido dentro de un inmueble catalogado por el INAH, que en el siglo XIX fue parte de la antigua Plaza de Gallos. Su diseño interior combina la arquitectura mexicana contemporánea con toques industriales que evocan la historia minera de la ciudad.




Y si hay un rincón que no te puedes perder, ese es su terraza panorámica 360°. Desde allí se obtienen unas vistas espectaculares de todo Guanajuato, acompañadas de una excelente carta de coctelería de autor y una propuesta gastronómica sorprendente. Un lugar perfecto para cerrar el día con una cena especial mientras cae la noche sobre los tejados coloridos de la ciudad.
Una opción ideal si quieres vivir Guanajuato desde dentro, con todo el encanto de su historia y todas las comodidades del presente.
Y hasta aquí nuestra inolvidable visita a Guanajuato capital, pero no es el final de nuestro viaje por tierras de Guanajuato, de aquí nos vamos a un lugar que enamora, San Miguel de Allende y que te contamos en nuestro próximo artículo.
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