Seis experiencias únicas en Chequia: PRAGA y región de Vysočina

Chequia fue para mí un descubrimiento constante. Entre calles empedradas, castillos que parecen sacados de un cuento, naturaleza profunda y tradiciones que se saborean con cada bocanada, tuve la suerte de vivir días que todavía recuerdo con gusto. Aquí te cuento seis momentos especiales ,algunos en Praga, otros en la región de Vysočina, que combinan lujo, autenticidad, relax y tradición, perfectos si viajas con ganas de algo más que ver monumentos.

  1. Lujo elevado en el Four Seasons Prague: terraza MIRU, vistas inolvidables y río Moldava

Cuando llegas al Four Seasons en Praga, ya desde la entrada sientes que vas a elevar las expectativas. Está en un punto privilegiado, justo donde el río Moldava se curva, con vistas directísimas al Castillo de Praga.

Una de las veladas que más me marcó fue en la terraza MIRU, un espacio reducido, casi secreto, apenas unas mesas, diseñado con inspiración japonesa. MIRU combina calma, elegancia y gastronomía de primer nivel. Ver caer la luz sobre el Castillo mientras tomas algo pensado, elaborado, es un lujo que va más allá de lo visual.

Al atardecer, embarcarse en el barco del hotel por el Moldava es como navegar dentro de una postal: puentes iluminados, fachadas antiguas reflejadas en el agua, un ambiente tan íntimo que te hace silenciar tu ritmo habitual. Sentirte parte de la historia de Praga desde el agua es inolvidable. Es una experiencia inolvidable.

  1. Museo de la Slivovice Rudolf Jelínek: historia en cada sorbo

No esperaba que un destilado me atrapara tanto, pero el Museo de Slivovice en Praga lo hizo. Rudolf Jelínek tiene una marca muy ligada al aguardiente de ciruela (“slivovice”), bebida tradicional en Moravia y otras zonas de Chequia, con siglos de historia.

La experiencia empieza con una exposición interactiva ,y hasta con una parte en 5D,que te lleva desde el ciruelo hasta el destilado en la copa. Aprendes de familias, de métodos, aromas, del alma del aguardiente. Después, una degustación: varias versiones de slivovice, licores de fruta, opciones curiosas, acompañadas de pequeñas cosas locales. En la barra-restaurante sirven platos sencillos pero muy auténticos; tengo que decirte que la bebida resulta bastante fuerte pero la experiencia vale la pena.

Para mí fue una de esas paradas que suman mucho: cultura, sabor, historia, todo junto.

  1. Cena + jazz sobre el Moldava: el Jazz Boat

Si buscas algo romántico, diferente, lo encontrarás en el Jazz Boat, que parte sobre el Moldava al caer la noche. Cena + música en vivo + vistas del casco antiguo.

Imagínate: estás cenando en el barco, el casco histórico de Praga iluminado, los puentes, las torres, sombras suaves, música de jazz que flota en el aire, el agua, el murmullo del río… Fue una de las noches más memorables. Lo ideal es reservar con antelación, elegir sitio que mire al castillo, y disfrutar sin prisa, dejándote llevar por el sonido, la luz, la brisa.

  1. Bernard Brewery (Humpolec, Vysočina): cerveza, pasión y paisaje cervecero

Si te gusta la cerveza de verdad, esta experiencia es para ti. La cervecería Bernard, en Humpolec, tiene algo muy especial: no es solo ver producción, sino vivirla.

El tour te lleva por la sala de cocción, donde los olores ya te avisan que estás en un lugar donde la cerveza se hace con cariño; por las cámaras de fermentación y las bodegas donde la cerveza reposa; hasta la línea de embotellado. Te explican malta, lúpulo, filtrado, por qué algunas cervezas no se filtran ni pasteurizan, qué hacen las levaduras, etc.

En la visita a la fábrica de cerveza Bernard descubrí algo que me fascinó y que nunca había visto antes: la “Mlíko”, una forma muy checa de servir la cerveza. Su nombre significa literalmente “leche” en checo y, al verla, entiendes por qué. Se trata de un vaso casi entero de espuma blanca y densa, tan compacta que parece nata montada, con apenas un fondo de cerveza líquida.

Esta especialidad no es un capricho estético, sino una tradición que se consigue abriendo el grifo de la cerveza de manera muy suave para que la espuma llene el vaso. El resultado es un sabor más dulce, cremoso y sedoso, con menos amargor y más matices de malta. Los checos lo disfrutan como un pequeño placer, sobre todo para refrescarse o acompañar comidas. A mí me pareció una curiosidad deliciosa y una forma distinta de entender la cultura cervecera del país.

Después, almuerzo en su “beer hall” (taberna del cervecero) con platos locales que combinan de maravilla con la espuma y sabores del tirado de cerveza. Y lo mejor, aunque nosotros no pudimos en esta ocasión, puedes subir a una torre mirador construida sobre una chimenea de la fábrica, subir 189 escalones, y desde allí tener Humpolec y buena parte de Vysočina a tus pies; de premio, una cerveza pequeña al terminar. En nuestro caso tuvimos la oportunidad de conocer en persona al mísmisimo Bernard que casualmente estaba comiendo ese día en el restaurante.

  1. Resort Svatá Kateřina: un día para recargar cuerpo y alma

Aquí me puse en modo slow total. En Vysočina, el resort Svatá Kateřina es como una burbuja de bienestar: rodeado de verde, silencio interrumpido solo por los pájaros, actividades pensadas para reconectar contigo mismo. Sinceramente, no soy nada de quedarme en un hotel mas que el tiempo justo para descansar pero este no es un hotel cualquiera, y, puedes creerme que superó con creces mis espectativas. De hecho, me hubiese quedado una semana en este pequeño paraíso si hubiese podido.

Tuve un día completo allí: wellness con tratamientos de spa, saunas, baños de vapor; actividades al aire libre (paseos por el bosque, meditación, algo de yoga); yacuzzi exterior con unas vistas preciosas, un lago para nadar en completa soledad, paseos a caballo como si retrocedieras a otra época; demostraciones de cocina saludable; espacios para tratamientos ayurvédicos con terapeutas indios especializados Y las comidas: platos frescos, de temporada, ligeros, sabrosos. Incluso pudimos disfrutar de una clase de cocina ayurvética y otra de auto masajes.

El entorno del hotel está lleno de rincones mágicos y energéticos y es, sin duda, el lugar ideal para relajarte, desconectar y volver de tus vacaciones renovada. Es un lugar tan especial que hasta el aparcamiento está alejado de la entrada del hotel y te van a recoger en un transfer para llevarte a la recepción. Por supuesto, puedes llegar con el coche a la misma entrada pero deberás pagar un precio lo suficientemente alto como para que prefieras dejarlo en el aparcamiento. Me fui con la piel, el ánimo y la cabeza renovados. Incluso aprendimos técnicas de masaje e hicimos un picnic en el campo.

  1. Tarde-noche en el Hotel Medlov, Fryšava pod Žákovou horou: volver al pasado con confort

Este fue otro de esos contrastes que adoro. Medlov no es solo un hotel, es una experiencia: te acuestas pensando en los años del socialismo, caminas entre decoraciones retro, fotografías antiguas, quizá objetos que creías solo de museos.

Pasé allí la tarde haciendo actividades que evocan ese tiempo: charlas, recorrer rincones del pueblo cercano, conversar con gente local, saborear esa nostalgia sin dramatismos. Un paseo por el río disfrutando del entorno al atardecer. Y la cena en el hotel con platos tradicionales que parecen de otra época, pero con muy buena cocina. Después de cenar, nos reunimos entorno a una hoguera para rememorar tradiciones ancestrales y disfrutar de un asado . Se trata del špekáček una tradición de los nómadas checos que ha pasado de generación en generación desde los años 30, con un incremento en los años 50 debido a la llegada del comunismo, se celebraba como expresión de libertad hasta la actualidad que ha pasado a ser una reunión en familia una vez al año en una casa de campo. Consiste en reunirse alrededor de una hoguera para asar una salchicha ahumada y hervida tradicional checa, compuesta principalmente de carne de vacuno, cerdo y tocino en dados, y sazonada con ajo, pimienta y a veces nuez moscada. Su forma gruesa y su nombre, que significa «gordito», pero, como todo , tiene su técnica y fue de lo más divertido aprenderla. Dormir allí fue como vivir una historia; desperté con el sonido del bosque, el aire fresco de Vysočina y una sensación de haber vivido algo auténtico, diferente.

Consejos :

  • Comprueba bien las temporadas: ciertos restaurantes (como MIRU) solo operan en verano, los cruceros nocturnos dependen del clima.
  • Reserva con tiempo: sobretodo los restaurantes exclusivos, el Jazz Boat, el tour de Bernard.
  • Alquila coche si vas a salir de Praga: para Vysočina, Fryšava, Medlov, moverte con libertad hace diferencia.
  • Lleva algo de checo básico o usa apps de traducción: en lugares más turísticos hablarán inglés, pero fuera, los gestos suman.
  • Si puedes, planifica al menos una noche en Vysočina: la diferencia entre Praga y esa tranquilidad rural es revitalizante.

Chequia no es solo Praga medieval ni solo cerveza: es lujo discreto y panorámicas desde terrazas, es aguardiente que huele a tradición, es noches de jazz sobre el agua, es naturaleza vivida intensamente, es memoria reciente que se respira en decorados y objetos, y es bienestar de cuerpo y sentidos. Estas seis experiencias me hicieron no solo ver el país, sino sentirlo.

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Este artículo ha sido posible gracias a la invitación de Destino Chequia al meeting point 2025.


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